Recuerdo que solo hace unos días escribía aquí “¿quién apago la luz?”, en referencia a la cantidad acumulada de días consecutivos lluviosos o nublados que veníamos sufriendo en Buenos Aires. En ese momento, ya parecía que el sol nunca iba a salir, y que estábamos condenados a una oscuridad eterna, lo cual es irónico teniendo en cuenta el apagón masivo que se dio ayer en casi toda Argentina y Uruguay, además de partes de Brasil, Paraguay y Chile. Lo cierto es que hay distintos grados de oscuridades: aunque todavía continua lloviendo (y ya no recuerdo cuando fue el último día que vi el sol), hoy hay electricidad y por ende hay luz. Es una gran diferencia.
Ayer me levanté temprano, al darme cuenta que las luces no servían, miré las noticias y me desayuné que había un apagón histórico en América del Sur con epicentro en Argentina. Entonces, hice lo único que podía hacer: volví a la cama. Cuando uno está en esos momentos, en los que no se puede dormir pero tampoco tiene sentido despertarse, se pone a reflexionar sobre cosas que normalmente no se toma el tiempo para considerar. El modelo de vida actual, centrado en la ciudad megalópolis, no podría sobrevivir si no existieran una serie de tecnologías que fueron desarrolladas hace tan solo cien años. Cien años no es nada en la historia del humanidad, ni siquiera es una fracción significativa en relación a la historia de la civilización humana.
¿Comprendemos realmente como operan estas tecnologías sobre nuestra existencia y el impacto de su ausencia? La característica fundamental de cualquier infraestructura moderna, es el modelo centralizado de producción y distribución. Por ejemplo, la producción de energía se realiza en grandes plantas. Luego, se distribuye en lineas de alta tensión. A su vez, estas se dividen en lineas de tensión media y estas finalmente se dividen en el tendido eléctrico urbano. Lo mismo podría decirse de cualquiera de las otras tecnologías de la segunda revolución industrial: telefonía, transporte masivo, agua corriente, etc, todas funcionan de la misma forma. Además, todos estos servicios funcionan de manera coordinanda. ¿Qué pasa cuando se cae un nodo central de la red? Pasa lo que ocurrió ayer: no había luz, transporte masivo, las comunicaciones se dificultaron mucho y hasta peligraba la red de agua corriente.
Avancemos cien años en nuestro análisis: aunque el espíritu de internet es descentralizado, su infraestructura física copia el modelo centralizado de las tecnologías previas. ¿Es sostenible a largo plazo el modelo de producción y distribución centralizado? ¿No deberíamos concentrar la innovación en la descentralización de estructuras? Preguntas que me hago en una mañana lluviosa.